jueves, 5 de octubre de 2017

Nos cuidamos en verano y todo el año

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Llega la primavera y con los primeros calores estamos más expuestos al aire libre, comenzamos a cambiar el vestuario y a estar más ligeros de ropa, estimula las actividades sociales y deportivas. ¡Se viene un cambio!


Este cambio nos lleva a pensar qué mostramos a los demás, cuando sacamos a relucir el vestuario del año pasado o compramos ropa de la nueva temporada nos ponemos a pensar qué imagen estamos dando. Muchas veces se piensa qué cuerpo tenemos y qué cuerpo queremos, comienza una evaluación que a veces es muy estricta y poco realista. Aparecen en las revistas los cuerpos perfectos de las modelos y se quiere tener ese cuerpo como se compra ese jeans que tiene puesto.

Empiezan los apuros por ponerse a punto y a veces se cae en la tentación de someterse a una dieta de moda que promete resultados increíbles en el poco tiempo que queda. ¡Para conseguir esa meta se requiere un gran entusiasmo y mucha motivación pero parece valer la pena! Arrancás con toda la fuerza haciendo todo al detalle como te indican, según la luna, según la hora, según la actividad, lo que sea ese primer día pensando en el bikini que te querés poner.

Pero llega el segundo o el tercer día y el esfuerzo es insostenible, el malhumor aumenta, el cuerpo es el mismo, ¡nada cambió! Los demás hacen vida normal y vos estás presa de esa dieta que no te permite nada y encima cada vez con menos fuerza…generalmente aquí viene el derrumbamiento…chau dieta, chau hambre. El problema es que el salir de la dieta no es con buenos modales sino un desbarrancamiento, no se vuelve a un comer normal sino con una pérdida de control total producto de las ganas acumuladas, del soñar con los alimentos prohibidos. No se vuelve al comienzo sino más atrás, porque se perdieron las esperanzas de lograr ese cuerpo deseado y si sabés que no estás comiendo de la forma adecuada. Esta puede ser una puerta de entrada a la Bulimia Nerviosa, una oscilación permanente entre la restricción alimentaria y la pérdida de control frente a la comida.

Otra consecuencia puede ser el extremo del control, la Anorexia Nerviosa: se logra mantener la dieta y se logra bajar de peso. Sin embargo, no estás conforme, querés continuar bajando de peso, o tenés miedo que al abandonar la dieta el peso no se mantenga sino que recuperes más de lo que perdiste. Conclusión: adicción a la dieta, no hay cómo dejarla.

 

¿Qué hacer entonces? ¡Cuidarse todo el año! O sea tratarnos bien todos los días, alimentarnos sanamente, nada exagerado, lo normal para una persona de tu edad. Sin restricciones pero sin desbundes, comer de todo no es comerse todo. Así nos disfrutamos todas las estaciones, no solo cuando el sol calienta.

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