jueves, 4 de octubre de 2018

Autoestima y Trastornos Alimentarios


¿Una persona con baja autoestima tiene un terreno fecundo para el desarrollo de un Trastorno Alimentario o un Trastorno Alimentario baja la autoestima de cualquier persona?

Ambas opciones son correctas. Al percibir que se tiene baja autoestima y en un esfuerzo enorme por revertir esta dificultad, un camino posible (y errado) es buscar un inmediato mejoramiento de la imagen exterior. Un cambio que está enfocado a la mirada ajena y por lo tanto carente de sentido para quien lo intenta, tan baja es en ocasiones la autoestima que las personas no llegan a identificar que el cambio buscado es para los otros y de acuerdo al gusto ajeno. En el intento por creerse a gusto con ese cambio y convencerse que el agrado ajeno es el propio, se produce un alejamiento tal que lleva al desconocimiento de si mismo.

En este campo es muy fácil la instalación de cualquier Trastorno Alimentario: buscar un brusco adelgazamiento que no se sepa cuándo detener, una restricción alimentaria severa que no se pueda soportar y lleve a descontroles impulsivos (y autodestructivos) con la comida que impliquen un posterior sentimiento de culpa enorme que mantenga la calesita de la autoagresión.

Un Trastorno Alimentario no es salida a nada, a ningún lado, únicamente a bajar la autoestima de una persona que sabiendo que busca una solución, encuentra una trampa. Un engaño que prometía el reconocimiento social y que fallando reiteradamente, no habilita a salir de ese autoengaño de la conducta compulsiva. Este debilitamiento de los propósitos y el reconocimiento de no ver ninguna mejoría sólo pueden producir una pérdida de valor propio que aleja cada vez más del sentido de identidad propio.

Es necesario desandar este camino para encontrar en uno mismo el reconocimiento de una identidad cargada de valor, no sólo para uno mismo sino también para todos los que lo rodean, que al ver a una persona con personalidad propia solo tienen el recurso de la aceptación. Que era lo buscado desde un principio…

No es fácil transitar este camino cuando se ha vuelto una obsesión el control de las comidas, se puede ver con claridad a la distancia, pero no quien lo está sufriendo. Ponerlo en palabras delante de cualquier persona es el comienzo siempre, algo se identifica y algunas puertas se abren. Es posible a partir de aquí tomar decisiones constructivas. Y en este primer logro la autoestima se va cimentando, creando bases para edificar encima, o más bien reciclar lo que está y darle la estructura que necesita, el brillo y el color opacado por la búsqueda de la aceptación en la mirada ajena y no en la propia.