jueves, 2 de agosto de 2018

¿Qué ves cuando te ves?


¿Qué vemos cuando nos miramos al espejo?
Actualmente vivimos en una sociedad que nos inunda de la sensación de insatisfacción inventando necesidades, materiales muchas veces, para ser feliz.  La insatisfacción es ese sentimiento que se experimenta cuando la realidad no cumple nuestras expectativas, cuando nos frustramos porque lo que deseamos no se ve realizado. Si ponemos atención en los discursos más frecuentes,  tendemos a mirar más lo que nos falta que lo que ya tenemos. Creemos que superarse implica solamente hacer foco en la insuficiencia y nos volvemos perfeccionistas, exigentes y especialistas en la carencia, en lo que hay que mejorar.

Con la imagen corporal puede suceder lo mismo. ¿Cuántas personas, sobre todo mujeres, escuchamos a diario referirse a su insatisfacción con su imagen corporal, anhelando cambiar alguna parte de su cuerpo? Es más, la insatisfacción corporal no sólo la manifiestan personas con sobrepeso, sino que, debido al valor que se le otorga al cuerpo delgado y la apariencia física en nuestra sociedad, las personas con un peso normal también tienden a sentirse insatisfechas con su imagen corporal.

La imagen corporal es la representación mental del cuerpo que tiene un impacto significativo en la autoestima y juega un papel muy importante en las relaciones interpersonales. Esta imagen, y cómo nos sentimos en nuestro propio cuerpo, se construye desde el nacimiento a partir de la interacción de la persona con su entorno y el valor que éste le otorgue a determinadas formas del cuerpo. La sobrevaloración de la imagen y su asociación con el éxito hace que la búsqueda de determinada figura pueda volverse una obsesión.

Las personas que sufren un Trastorno de la Conducta Alimentaria tienen una imagen distorsionada de su cuerpo. La experiencia con dichos pacientes nos ha enseñado que el no aceptar su imagen corporal, el querer cambiarlo y controlarlo es el reflejo de un rechazo mucho más profundo que trasciende el cuerpo. Esto es, su percepción está ligada a aceptarse a sí mismas como personas, sus valores, sus características de personalidad y sus historias de vida. 
La obsesión por el cuerpo y la comida es una búsqueda, poco adecuada, de respuestas a problemas. Es decir, que es una forma de mitigar el sufrimiento, de controlar el entorno y buscar soluciones a situaciones que angustian.

Entonces, ¿qué vemos cuando nos miramos al espejo?
Sin duda, vemos más que nuestra imagen: vemos nuestra vida, nuestros logros, nuestros pendientes, nuestras alegrías y tristezas, nuestros vínculos, en fin…lo que deseamos versus lo que logramos.

Y así como nos paramos frente al espejo con esta postura negativa, pendientes de las carencias y nos encontramos muchos defectos físicos, es probable que esta visión de la vida nos haga sentir insatisfacción. Entonces,  si nos preguntan cómo estuvo nuestro día, focalizamos solo en el cansancio, en lo que nos salió mal, lo que no pudo ser. Si reflexionamos sobre nuestra vida, nos sentimos atraídos a pensar en las cosas tristes que nos han pasado, en las pérdidas y en lo que no hemos logrado.

Si bien todos estamos insertos en una cultura que sobrevalora la imagen y la delgadez, no todas las personas enferman de un trastorno alimentario. Aquellas optimistas tienen menos probabilidades de desarrollarlo. Aquellas que puedan mirarse al espejo y trascender el cuerpo encontrando en ese reflejo la sabiduría de las experiencias vividas. Aquellas que pueden encontrar lo positivo de cada vivencia y sienten gratitud por las pequeñas cosas de la vida. Aquellas que descubren que día a día hay una oportunidad para buscar soluciones más adecuadas a lo que nos preocupa. Aquellas que, satisfechas con sus logros, se proponen metas a alcanzar y van por ellas. Aquellas que priorizan sus relaciones interpersonales generando lazos donde se los valore y valoren a los demás. Aquellas que están abiertas a que la vida los sorprenda con experiencias que no esperaban y que, aun así,  pueden resultar gratificantes.

En la medida en que la distancia entre la imagen real y la imagen ideal sea más acotada, es posible ser la mejor versión de uno mismo focalizándonos en el lado positivo de las experiencias que transitamos.