¿Una persona con baja autoestima tiene un
terreno fecundo para el desarrollo de un Trastorno Alimentario o un Trastorno
Alimentario baja la autoestima de cualquier persona?
Ambas opciones son correctas. Al percibir
que se tiene baja autoestima y en un esfuerzo enorme por revertir esta
dificultad, un camino posible (y errado) es buscar un inmediato mejoramiento de
la imagen exterior. Un cambio que está enfocado a la mirada ajena y por lo
tanto carente de sentido para quien lo intenta, tan baja es en ocasiones la
autoestima que las personas no llegan a identificar que el cambio buscado es
para los otros y de acuerdo al gusto ajeno. En el intento por creerse a gusto
con ese cambio y convencerse que el agrado ajeno es el propio, se produce un
alejamiento tal que lleva al desconocimiento de si mismo.
En este campo es muy fácil la instalación
de cualquier Trastorno Alimentario: buscar un brusco adelgazamiento que no se
sepa cuándo detener, una restricción alimentaria severa que no se pueda
soportar y lleve a descontroles impulsivos (y autodestructivos) con la comida
que impliquen un posterior sentimiento de culpa enorme que mantenga la calesita
de la autoagresión.
Un Trastorno Alimentario no es salida a
nada, a ningún lado, únicamente a bajar la autoestima de una persona que
sabiendo que busca una solución, encuentra una trampa. Un engaño que prometía
el reconocimiento social y que fallando reiteradamente, no habilita a salir de ese autoengaño de la conducta compulsiva. Este
debilitamiento de los propósitos y el reconocimiento de no ver ninguna mejoría
sólo pueden producir una pérdida de valor propio que aleja cada vez más del
sentido de identidad propio.
Es necesario desandar este camino para
encontrar en uno mismo el reconocimiento de una identidad cargada de valor, no
sólo para uno mismo sino también para todos los que lo rodean, que al ver a una
persona con personalidad propia solo tienen el recurso de la aceptación. Que
era lo buscado desde un principio…
No es fácil transitar este camino cuando se
ha vuelto una obsesión el control de las comidas, se puede ver con claridad a la
distancia, pero no quien lo está sufriendo. Ponerlo en palabras delante de
cualquier persona es el comienzo siempre, algo se identifica y algunas puertas
se abren. Es posible a partir de aquí tomar decisiones constructivas. Y en este
primer logro la autoestima se va cimentando, creando bases para edificar
encima, o más bien reciclar lo que está y darle la estructura que necesita, el
brillo y el color opacado por la búsqueda de la aceptación en la mirada ajena y
no en la propia.